viernes, 31 de octubre de 2014

¿Qué te falta para cerrar tu círculo de la felicidad?

Reflexionando con algunas compañeras sobre la importancia y el desconocimiento que existe en torno a la definición del talento, estoy más convencida que nunca de que el valor más importante de cualquier empresa están en las personas que la integran... Y aunque esta frase ya se ha dicho hasta el cansancio, pocas veces se profundiza en las verdaderas dimensiones que la misma alcanza.


Por eso, hoy quiero ir un poco más allá y tomarme el tiempo necesario para explicar por qué.
Y es que al final del año fiscal, más allá del balance de ganancias y pérdidas, detrás de todos esos números, puntos y comas, lo que hay son personas. Personas que se levantan todos los días y van a trabajar, unas con ganas e ilusión, otras con cansancio y obligación, pero que poco a poco van construyendo las empresas que todos conocemos.

Vamos a empezar por el principio, que es definiendo lo que es el talento. Tal y como yo lo veo, es la suma de todas sus capacidades, creencias, motivadores, comportamientos e inteligencia emocional. El resultado es una persona única, irrepetible y valiosa.



Y uno de estos aspectos en particular es el que quiero comentar: el de la motivación. No a todas las personas les motivan las mismas cosas. El motivador es ese resorte que nos impulsa y que nos empuja a conseguir lo que queremos. Sin excusas, sin distracciones, sin dilaciones. Y eso no significa que tengamos la receta del éxito, significa que sabemos integrar los fracasos como parte del camino a recorrer para alcanzar nuestras metas. En conclusión, los fracasos son los experimentos del éxito. La motivación es la que nos permite levantarnos y seguir con la frente en alto hasta el final. ¿Pero cuál es el final? ¿Es que acaso existe? Generalmente no. Una meta viene detrás de otra, un reto le pasa el testigo al otro. Lo que si existe es el sentido último de nuestras búsquedas, y ese es la felicidad. Pero la felicidad entendida como estado de paz interior y no como la búsqueda infantil de la satisfacción del placer. 


Cuando logramos estar en armonía con nuestros motivadores, la felicidad viene dada por lo que hacemos y por lo que somos, porque haciendo, somos.
Los conflictos y la infelicidad surgen cuando nuestro ser y nuestro hacer no están en armonía.


En este sentido, debemos tomar a los motivadores como los responsables del éxito del empleado en su puesto de trabajo, e inclusive en su vida personal. Y si el empleado es exitoso, el resultado de su gestión también lo será. 



¿Cuales son esos motivadores?

Básicamente los podemos agrupar en seis categorías.

  • Teórico: personas que buscan el conocimiento.
  • Utilitario: personas que buscan obtener un beneficio en todo lo que hacen. No necesariamente tiene que referirse a una compensación económica. 
  • Individualista: buscan el protagonismo y el poder.
  • Social: personas dedicadas a ayudar a otras personas.
  • Tradicional: personas apegadas a normas y costumbres.
  • Estéticos: personas que buscan la belleza y la armonía.




Lamentablemente, los motivadores están ocultos, inclusive y en ciertas ocasiones, hasta para la misma persona. Lograr ese conocimiento profundo le permite a la persona desarrollar aquellas actividades que le llenan y le hacen feliz. En el caso de las empresas, les permite ofrecer a sus empleados la recompensa que les satisface y compromete con sus objetivos. De esta manera se cierra el circulo:





Sabemos que también hay otras variables que inciden en este círculo de la felicidad, pero partiendo de esta base es mucho más sencillo trabajar en esos aspectos para lograr un desempeño superior.

Si deseas más información al respecto, no dudes en contactarme:

Ruth Lehmann

T. 965 203 195


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